A finales de la década de los ´70, Gloria Margarita González de Viveros, era aún una adolescente que terminaba la secundaria. Entonces, repleta de esa energía propia de su edad, estaba convencida que su vocación profesional era ayudar al prójimo mediante la carrera médica. En aquellos tiempos, cuando todavía se escuchaba la voz de la experiencia de las madres, doña Lucía, mamá de Gloria, le aconsejó con la autoridad propia de los años, que Gloria debía estudiar farmacia y no medicina. Y así resultó, Gloria obedeció y a medida que superaba los ciclos universitarios, fue descubriendo en aquellas aulas de la facultad de Química y Farmacia de la UNA, un mundo fascinante de formulaciones y mezclas casi mágicas que podían calmar los dolores físicos y a veces, hasta los del alma. Ese era el destino que había buscado para ayudar al prójimo. A continuación, una entrevista con la Dra. Gloria, quien pudo realizarse como esposa, madre y desde hace 15 años, como aquella joven llena de ilusiones que alcanzó su anhelo de ayudar a los demás y demostrar que siempre hay tiempo, para alcanzar los sueños.
Megalabs (M): ¿Qué la animó a emprender con una farmacia?
Dra. Gloria (G) : Es una larga historia…
M: Mmm… ¿Que tal si comenzamos desde el principio?
G: Desde muy joven me interesaron las ciencias de la salud, inclusive quería estudiar medicina, pero cuando uno termina el colegio no tiene bien definido qué quiere estudiar, y así mi mamá me eligió la carrera de química farmacéutica. En aquella época era así, y yo como toda buena hija que hace lo que la mamá le dice, ingresé a la Universidad Nacional de Asunción (UNA), la cual en esa época era la única donde se podía seguir química y farmacia. Y nunca renegué, mas bien la carrera me gustó muchísimo. Gracias a Dios siempre fui aplicada y pude terminar en cuatro años mi carrera como química farmacéutica.

M: Terminó rápido la carrera ¿Entonces, cuando terminó la universidad arrancó con su farmacia?
G: No que va, recibí mi título en 1982 y ahí mismo me casé. A partir de entonces me dediqué por muchos años a ser ama de casa y mamá. Entonces pasó el tiempo y ejercer mi profesión como farmacéutica, era un sentimiento latente.

M: ¿Y cuándo esa vocación la puso en práctica?
G: Después que mis tres hijos ya estaban grandes lo decidí. También me ayudó mi marido, él tiene visión de comerciante, de empresario y me dijo que yo me fije. Y así… comenzó todo.
M: Entonces… ¿cómo comenzó todo?
G: Yo tenía la regencia de una farmacia en el 2007 y le ofrecí a los dueños su compra. Llegamos a un acuerdo y aquí me tiene después de 15 años. Es un local con muy buena ubicación. Estamos en Fernando de la Mora zona Sur, sobre la calle Soldado Ovelar esquina Andrés Barbero.

M: Con esa gran vocación profesional embalsada por tantos años, ¿imagino que hizo bastantes modificaciones cuando compró la farmacia?
G: Exactamente, así es, había comprado una farmacia en una buena esquina, pero digamos no era tan grande ni atractiva. Después conseguí qué me alquilaran un local al lado y ahora estamos en una medida perfecta para este lugar. Inicialmente eran como si fueran dos salones, ahora tenemos cuatro. Pero para ello, tuve que trabajar e invertir fuerte para transformarla como me la había imaginado siempre.

M: ¿Y tiene la intención de abrir otro punto de venta?
G: En verdad, no me animó porque los años pasan, y además, esta farmacia ya tiene la característica de los locales modernos.
M: ¿Con cuántos colaboradores cuenta?
G: Ocho colaboradores en dos turnos, de las 7 de la mañana a las 10 de la noche.
M: ¡Oh!… ¿y usted está 15 horas al frente de la farmacia?
G: Ya no, no puedo estar acá todo el tiempo, mas bien trato de utilizar la tecnología a través de cámaras.

M: ¿Usted misma capacita a sus colaboradores?
G: Algunos de ellos ya estuvieron en esta misma farmacia cuando todavía no la había comprado y tenían cierta experiencia; ahora son expertos. Es que como todas las cosas hay que ir actualizándose, sobre todo en el mundo farmacéutico donde siempre se debe estar aprendiendo y al día en conocimientos.
M: Entre tantos otros elementos, ¿Qué considera es lo más importante en la capacitación de sus colaboradores?
G: Entre otros factores: con seguridad hay que escuchar con paciencia a cada cliente, y ello depende un poquito del carácter de cada uno, de cada vocación. Vamos a decir, que hay personas que tienen ese don natural, y otras que por cierto hay que capacitarlas constantemente.

M: ¿Considera que el cliente paraguayo es muy exigente y/o también hace preguntas complicadas?
G: En mi zona, por lo menos, son personas amables. Y no es complicado aunque nos hagan mil preguntas, como por ejemplo: ¿cómo sé si el medicamento que me aconseja funciona? o ¿cómo lo debo tomar?, etcétera. Y es que, cuando se tiene base de lo aprendido en la facultad más la experiencia, resulta fácil responder.
Inclusive, muchos clientes prefieren venir primero a la farmacia que al médico porque les explico en detalle sobre ciertos productos. Pero si llegan con sus receta y nos piden que le hablemos de lo que le recetaron, por supuesto que se les explica en detalle. Aquí ponemos todas nuestras ganas para que los clientes salgan satisfechos con lo que compran y sabiendo que a lo mejor, hemos completado la información que inicialmente les dio el médico.

M: ¿Cuál cree que es la mayor fortaleza en su farmacia?
G: Creo que son varias las fortalezas: la fidelidad de los clientes y mis colaboradores; el ambiente que es familiar; el tratar de adaptarnos a las necesidades de la clientela y la confianza de que si no tenemos un producto determinado, esperan que nosotros se lo traigamos.
Siento que la gente confía en nosotros y se sienten cómodos, tal cual le digo, como en una familia. Y ahora que me lo pregunta, estoy segura que eso hace la diferencia con otras farmacias donde la comunicación es fría, cómo se dice, entregan el producto y punto.
En resumen, como le decía, le damos a los clientes la explicación que nos pidan, le conseguimos lo que necesitan y también les damos otros servicios sin costo, desde controlarles la presión arterial hasta llevarles los productos a sus casas. Tratamos en todo momento que se sientan bien, y eso genera una fidelidad a pesar de las ventajas que ofrecen en otros lugares y eso nos ha permitido crecer mucho.

M: ¿Y cuál cree es la mayor debilidad?
G: En mi caso, es el control. Pero estoy tratando de desarrollar un sistema que me haga más fácil y tranquila la vida, porque ya estoy un poco grande. Pero tampoco quiero dejar mi profesión, mi negocio y todo eso… como por ejemplo sentir el afecto, la preferencia y el agradecimiento de mis clientes.
M: De su profesión ¿qué cambiaría?
G: Nada, nada, a mí me gusta mi profesión, nunca pensé de cambiar nada. Me recibí, estoy trabajando en lo mío, ayudo a las personas y puedo vivir de lo que hago. Me dediqué a mi familia y me realicé como esposa y madre, ahora pude realizarme como profesional.

M: Respecto a Megalabs ¿cómo le va con sus productos?
G: Muy bien, es uno de los laboratorios entre los importados que más recetan los doctores.
M: ¿A qué atribuye qué son los qué más recetan?
G: Es que con seguridad gozan de la confianza de los doctores, son muy buenos productos, de garantía, también por ello es que se venden mucho.
M: Y la relación comercial con Megalabs ¿cómo la siente?
G: Excelente, siempre nos sentimos muy bien atendidos.

M: ¿Qué mensaje les daría a los jóvenes farmacéuticos, que hasta ahora no tienen su propio negocio, y que igual que usted tienen vocación, pero no se animan a emprender con su propia farmacia?
G: Les diría que la carrera de farmacéutico es muy noble. Y que sé que no es fácil poner un negocio en Paraguay. Pero si por ahí cuentan con un poquito de capital y están bien ubicados, y ofrecen buenos servicios en general, y tienen no solamente medicamentos o cosméticos sino todo lo permitido, les irá muy bien. Pero además, es indispensable tener mucha fe en sí mismos para alcanzar sus sueños como yo lo hice.